Hasta los pájaros cantan distinto

Tengo mi pasaporte en la mesita de luz
verde oscuro y dorado.
El escudo, el sol y las manos entrelazadas.

Es la única muestra de identidad
además de saberme mujer,
argentina.

Acá nadie sabe pronunciar mi nombre
es como si hablaran a otra persona
pero soy yo la que responde.

Hablar en otro idioma no es el mayor
de los cambios.
Uno debe exclamar, sorprenderse
con sonidos extraños a su lengua.

Ni los gatos entienden mi habla
y hasta los pájaros cantan distinto.

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