El desorden que dejamos

Evidentemente es más fácil dejar el desorden atrás

y seguir.

No es nuestra primera vez,

ya lo hicimos antes.

Esta vez lo llevamos lejos…

Podría dejarme a mí misma atrás

como un caracol o una serpiente.

Mi piel queda más fina,

percudida por el paso del tiempo y el roce.

Cada vez que nos mudamos me entusiasmo,

vos cargás con el estrés normal que toda persona siente, cajas, limpieza, lo usual.

Yo, hastiada del desorden que dejamos, rendida,

me exalto cada vez que cambiamos

como cuando mi viejo tiraba todos mis peluches a la calle,

ahora yo tiro mis restos por la ventana.

Siempre quiero empezar de cero,

la pérdida me es familiar: reúno todo, para luego soltarlo.

Ansío tanto el desamparo como sentirme colmada.

Me acabás de recordar que nuevamente olvidé comprar la cinta y los materiales para guardar lo delicado.

No te confundas, acá no hay nada preciado.

Estamos asistiendo a otra ceremonia.

¿Aún no te diste cuenta?

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